En nuestra actualidad muchas personas tienen cada vez más acceso a comodidades, servicios y a una variedad de entretenimientos disponibles a unos pocos clics de distancia, pero, además de prosperidades, qué ha traído consigo la modernidad, acaso ¿podemos decir que la humanidad es más feliz ahora? Sí alguna vez te has preguntado por qué sí tienes tanto, a veces sientes que no eres feliz. Acompáñanos en esta reflexión acerca del humanismo y su propuesta contra el vacío de un mundo comercial.
Psicología y corriente Humanista, una luz en una sociedad material sin alma
¿Dónde quedó nuestro derecho a ser humano?
Una sociedad sin alma es justo la reflexión de la pérdida de este elemento del ser persona compuesto por distintas representaciones, tales como; valores, espiritualidad y concepciones sublimes, por así decirlo, de una elevada humanidad. Este desenlace quizá pueda deberse al acelerado avance de la tecnología, la economía y la sobre exigencia de la eficiencia en pro de un bienestar de la especie, pero que nos deja, sin muchas posibilidades de fallar, es decir qué no ¿errar es humano?, pero si se nos pide no equivocarnos, ¿qué implicaciones tiene la modernidad para nosotros?
La eficiencia y el desarrollo tecnológico genera diversos impactos en la manera de ser su relación consigo mismo y sus semejantes, facilita sus requerimientos, pero incrementa su intolerancia a los ritmos de la vida. ¿Te has desesperado al hartazgo de esperar que llegue tu Uber, tu comida a domicilio o en una fila, si un barista no te entrega el café rápidamente, con la combinación exacta, deslactosada, con leche de coco y además con una sonrisa en los labios? Eso es quizá el resultante de que se nos olvida que detrás de esta pista de carreras en la que competimos por ser el mejor y la supervivencia, ese otro tras el servicio que no te llega ágil, impecable, aséptico y de manera amable, es humano, vive, se preocupa y al igual que tú, busca sobrevivir en medio del caos.
Necesitamos hacer una pausa y reflexionar que, en esta búsqueda de la comodidad, la eficacia y la preservación de la vida se originan nuevos bemoles, puesto que en la actualidad el desarrollo de la humanidad y los intereses que motivan la dirección del avance, parecen estar fuertemente ligados al mercado y no, simple y llanamente en pro del desarrollo de la humanidad o su salvación. ¿No tendríamos qué cuestionarnos, porqué nuestros jóvenes y adultos son de nuestros tiempos de las sociedades más colegiadas y eso no es inversamente proporcional a que sus vidas sean más felices, y plenas. Y es que a veces de obtener tanto, muchos grados académicos, el último gadget y un millón de seguidores más, sí no se cuida el espíritu, sólo se generará una vacío más profundo en el alma humana, que quizá más que haber desaparecido, se le alimenta con los nutrientes inadecuados, lo que puede entonces explicar, ¿porqué la alegría de comprar mi último pedido de Amazon, ganar un nuevo ascenso y acrecentar mi cuenta de only fans, sólo me dejó con ganas de más y con una cruda de dopamina?
Yendo fuera de la moda y revisando un sector que nos ha salvado la vida en más de una epidemia, necesitaríamos observar, que como el ser humano, también es dual, por lo que podemos reflexionar en el desarrollo de las farmacéuticas, en particular de los nuevos tratamientos en la medicina oncológica, en donde distintas investigaciones son desarrolladas por universidades extranjeras de manera autónoma y son explotadas posteriormente por patrocinios ofrecidos por las grandes farmacéuticas. Este mecanismo muchas veces resulta en el establecimiento descontrolado de los precios de tratamientos necesarios para el sostenimiento de la vida de los pacientes, fijados de manera, al parecer estratégica, para no sólo cubrir los gastos de producción, sino para el enriquecimiento de los inversores de este gremio. Resultando en un mecanismo de creación de tratamientos de distintos niveles de eficacia y precio, cuya implicación es que sólo una parte de la población puede permitirse acceder a ellos, mientras que otros, quizá morirán ante la imposibilidad de cubrir los altos costos fijados por grandes marcas. Este fenómeno genera división y el gran cuestionamiento, ¿Para quiénes o en nombre de qué trabaja la tecnología, el sector salud y las empresas biotecnológicas?
Otra fuente de influencia para la configuración de las sociedades eficientes, pero carentes de corazón, devienen de los sectores político-económicos. Este dominio está sujeto al manejo de ciertos preceptos que puedan ser traducidos como “universales” creando que se unan a los imaginarios de las multitudes, A través de medios de comunicación y de producción, funciona de carácter excepcional a la encomienda de conformar esos supuestos que son, del mismo modo, causa y efecto de la manera en que se conforman las sociedades, tanto en lo público como en el privado. La manera en que se establecen las ciudades desde esta representación es resultado de intereses de unos pocos.
Por otra parte, el movimiento humanista surge ante la necesidad del rescate de la esencia del ser humano, puesto que, en el enfoque de esta corriente, la humanidad tiene un origen sensible, sublime y quizá elevado a los instintos, siendo a veces reactivo y consecuente de la naturaleza o el medio. En oposición a la actualidad el humanismo y la psicología humanista con contracorrientes de esta sociedad comercial y dividida, cuyos problemas en bastas ocasiones, parecen surgir del hombre y su ambición por un bienestar nihilista y narciso, haciendo de la tecnología su herramienta de supervivencia predilecta, pero también su instrumento de segregación.
La secuela social del uso de la tecnología y sus efectos continuamente surge cuando las consecuencias incómodas y a veces despiadadas han aparecido. Redes sociales, medicina de primera y sus subsecuentes categorías, acceso a tecnología, acercamiento a mayores oportunidades, son el resultado de esta creación, donde al parecer surge una nueva revolución de las especies, cuya conciencia inherente a la tendencia evolutiva del mercado financiero, ahora empleando su mayor arma, el poder económico y transformador de la acción tecnológica, con lo que aparecen nuevos mecanismos, para “seleccionar”, según sus disposiciones, a los más aptos. Tal como salido de una novela de Aldus Huxley (2000) Vivimos en un fordismo, en cuya sociedad, como antes, tiene nuevas especies, clanes o clases, como reminiscencia del pasado, pero con una artillería diferente.
“La era del vacío” haciendo referencia a Gilles Lipovetsky (1993:11) quien ya hace ya varios años escribió acerca de la influencia que el estado aunado al mercado comercial y sus políticas, tienen en los seres humanos; el materialismo, el consumismo, la individualización en las necesidades sobre las de otros y el nacimiento de una sociedad decepcionada de las instituciones, tendiente al esnobismo, creativa, disruptiva y en búsqueda constante del placer y la libertad del momento. Siendo además sofisticada y con preocupación por el ambiente. Sin embargo, de esta nueva sociedad se hace una ruptura con la ideología de la comunidad, puesto que, si antes se unió para luchar en causas comunes, como en las revoluciones independentistas, ahora como producto se tiene cada vez más un ser humano que cuida de sí mismo y ya no confía en las instituciones. Esta incapacidad de las instancias de los estados para adaptarse al sujeto, no sólo en lo referente al gobierno, sino a núcleos más cercanos, tal como las familias, cuya visión tradicional, quizá no permitió el cuidado y la expansión de este nuevo sujeto transgresor, incrédulo y libre.
“Lipovetsky y Serroy escriben acerca de cuatro polos estructuradores que configuran la fisonomía de los nuevos tiempos:
“el hipercapitalismo, fuerza motriz de la mundialización económica; la hipertecnificación, grado superla-tivo de la universalidad técnica moderna; el hiperindividualismo, que materializa la espiral del átomo individual ya liberado de las ataduras comunitarias a la antigua; el hiperconsumo, forma hipertrofiada y exponencial del hedonismo comercial” (p: 166-167).
En respuesta a los fenómenos citados y a la afirmación de la importancia del impulso de volver a estructurar reflexiones que lleven al humanismo como una manera de emanciparnos de esta tendencia a lo efímero, líquido y transitorio de la sociedad actual, es conveniente reflexionar acerca de la importancia de no perdernos en esta contingencia individual y narcisista de existencia, sino en instar valores propios de una conciencia más elevada en el amor y la compasión por el semejante, en donde el otro existe y al igual que nosotros es un ser expuesto a este mundo y su tendencia a competición y a la prevalencia del más fuerte, aunque ahora sea en términos económicos. Puesto que, si no realizamos esta concientización o rescate del alma, quizá perdamos la oportunidad de buscar términos más justos para los habitantes del mundo, para aquellos que nacen en situación desfavorable, en territorio hostil y que de igual manera buscan el respeto a su existencia. Sin ello, estamos encaminados a una selectividad económica y tecnológica, donde la riqueza nos fracciona en los más aptos y los débiles. Dejándonos expuestos a la deshumanización y el exterminio por omisión o intransigencia de otros seres humanos, aquellos cuya fortuna quizá no alcanzarán a dilapidar en el resto de sus vidas.
Cabe la posibilidad de señalar que no sólo es el rico aquel que se ha deshumanizado, pues cada individuo en mayor o menor medida lo ha hecho de algún modo, como cuando se deja de mirar al semejante y poco a poco se ve inmerso en su satisfacción única, sin darse a los demás. Cada persona tiene la posibilidad de ampliar su conciencia y decidir con libertad y responsabilidad, de emanciparse a la tendencia del mundo en el que vive, de decidir si se subirá de manera inexorable a la hipermodernidad y la hipercomercialización, sin miramientos y se dejará consumir por lo efímero. El humanismo y la psicología humanista propone la recuperación del alma de las personas, en su individualidad, con la finalidad de generar la toma de conciencia y la importancia de regirse por valores más profundos, espirituales y propios, todo ello con la esperanza de generar un movimiento que alcance a cada vez más y más personas.
Escrito por:
Mtra. Abigail Lucía Tapia Aguilar
Bibliografía:
Huxley, A. (2000). Un mundo feliz. Selector.
Lipovetsky, G., & Serroy, J. (2010). La cultura-mundo. Respuesta a una sociedad desorientada. Barcelona: Anagrama.
Malagón, F. (2010). Mediaciones Sociales, NÀ 7, II semestre 2010, pp. 165-170. ISSN electrónico: 1989-0494. Recuperado de: file:///C:/Users/atapi/Downloads/22286-Texto%20del%20art%C3%ADculo-22305-1-10-20110607.PDF
(13 septiembre 2021) Grandes farmacéuticas – El poder de las corporaciones. DW Documental. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-l8T7McjuAM&list=RDCMUCQ1GpKa15ulyoQuxz7H4rng&start_radio=1&rv=-l8T7McjuAM&t=833
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